Ayer al despertar, escuché el silencio. Ya no estoy acostumbrado a él y casi ya me incomoda. Salí de casa y no ví a nadie en las calles, estaba sólo. Sólo en mi isla. Una isla entera para mí. Vi como se iba la última nave dejándolo todo atrás… incluso a mí, abandonado. Recorrí mi nuevo dominio en vuestra búsqueda, a ver si os encontraba en los lugares que frecuentabais en masa, aquellos que os construimos para que disfrutarais de esa percepción de privilegio que da ver la belleza, aquellos lugares que pensamos aprovecharíais para sentir el mediterráneo, para daros esa sensación de libertad y aventura… busqué y busqué…pero no os encontré porque no estabais. Tan sólo estaba yo, y estos viejos vestigios heredados con los que ahora no sé que hacer. El día que os fuisteis es una reflexión acerca de la infraestructura turística y cómo el ser humano ha actuado en el entorno natural de la isla de Mallorca en pos del turismo. Grandes construcciones, carreteras, multitud de rotondas con esculturas en el centro, puentes, túneles para llegar antes, miradores, incontables hoteles, diques, plataformas sobre las rocas… una proyección urbanística desmesurada y, en ocasiones, innecesaria. Discurro sobre cómo la situación provocada por la Covid-19 nos ha dado la oportunidad de observar estas construcciones y cuestionarnos su sentido ahora que las calles de la isla no están habitadas por los turistas, sino por el silencio al que ya no estábamos acostumbrados.